domingo, 20 de octubre de 2013

Carta de aceptación, nervios, llegada.


30 paseos de idas y venidas, 23 kilos de papeleo (donde es súmamente importante hacer copia de todo para que el original siempre te acompañe como sombra gris), 17 malas caras de gente simpática de la Administración con los correspondientes "Vuelva Usted Mañana", y otros tantos y más tantos correos informativos universidad de origen universidad de destino...pero por fin llega un día en el que: cuán alumno de primer año del Colegio Howarts de Magia, uno recibe su carta de aceptación, y se pone contento, nervioso, histérico, llama a su madre y después a su padre, que hasta ese momento tiene la esperanza de que el niño o la niña siga estudiando cerca de casa. Otro día importante y el peor para tu madre es el día en que toca poner la casa patas arriba para hacer las maletas. Hacer una maleta de fin de semana es fácil, de todo un año no lo es tanto. Se debe ser preciso y práctico, ambas serán extensiones de tus brazos hasta que te instales por completo, la mayoría llegan besando el santo con una instalación y acomodación rápida, pero por todos es sabido que en toda generalización hay una excepción, y ahí entramos nosotros ----> el equipo formado por Daniel, Raisa, Cecilia y Doble Marta. El punto de unión y partida era Madrid, Barajas, T4. Llegar allí por separado cargado de dos maletas de 23 kilos, una mochila y un bolso, ya fue toda una experiencia. Cada línea de metro y autobús por donde pasamos se dieron cuenta. Conoces a tus posibles nuevos amigos con careto de premio, ojeras viajeras y sudor saludando por cada poro. Bien. Encantada de conoceros. Pero el sudor no acaba aquí, no. Llegada a Venecia, Hotel Primavera, ascensor inexistente, 3 plantas de escaleras, yuhu y más yuhu, pero a pesar de todo, los cinco magníficos se fueron de cervezas por una Venecia fantasma. Cinco desconocidos brindando en una calle desierta sin más ruido que el choque del cristal y las risas. Dejamos atrás la Venecia nocturna y solitaria, el hotel primavera de carretera, para entrar en el país y en la ciudad que muy pronto será como nuestra. Sentimentalismos fuera, la llegada a la ciudad del dragón no fue tan bonita y maravillosa y lalalala lalalala qué felicidad y qué cielo tan azul. La llegada a un destino erasmus es algo así como esto, pero una versión más esperpéntica http://www.youtube.com/watch?v=NQ2atMv29YU
El primer objetivo fue conseguir llegar a la oficina central Rozna Dolina, Cesta Aprila 27, y a tiempo para que pudieran asignarnos nuestra residencia o nos tocaría buscar hotel o puente. Para ello, gracias al retraso que tuvo nuestro medio de transporte, tuvimos que correr y sudar y hacer cola de 3 horas. La espera no mereció demasiado la pena, únicamente una mujer rubia borde diciéndote que las residencias donde esperabas entrar tal como nos lo habían comunicado por correo, estaban llenas. Bien, genial, qué mierda de organización es ésta. Acabamos en una residencia inaugurada por Stalin y los suyos con un housekeeper, Stane (nieto de Stalin), que no tenía ni papa de inglés y nosotros ni papa de esloveno. Lo más que conseguimos entender gracias a la mímica y los números fue un "día 8 se cambian las sábanas" a lo que una Raisa, no sabría muy bien cómo definirla en aquel momento, contestó: "Créeme que para esas fechas no estaré aquí". Mirada de circunstancia, mirada de dónde c..... nos han metido. Pero conseguimos convertir esos primeros agobios en risas paranoicas. Así fue nuestra primera semana aquí, una mezcla agitada entre agobios, risas, papeleo y más risas. Y una Ljubljana de cuento que dolía mirarla. Una muy bella Ljubljana.



No hay comentarios:

Publicar un comentario